Estoy muerto y sigo gritando by Emmanuel Morales & Kevin García

Estoy muerto y sigo gritando by Emmanuel Morales & Kevin García

autor:Emmanuel Morales & Kevin García
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 9786075932156
editor: Reverberante
publicado: 2023-05-17T00:00:00+00:00


DESTINO

Emmanuel Morales

—No me digas que nunca habías venido —dijo Roberto mientras terminaba de masticar su ultimo trozo de pan francés.

—De verdad, conocía el lugar, pero jamás había entrado, la comida es muy buena —le respondí.

Era mi cumpleaños número 22. Roberto y Javier, mis dos mejores amigos, me llevaron a cenar a un pequeño restaurante llamado Los Cuervos, uno de esos lugares típicos que llevan como cien años existiendo, donde hay muchos objetos antiguos como máquinas registradoras y afiches de películas clásicas, esos lugares donde se respira un ambiente familiar y agradable, las paredes eran de color rojo escarlata pero apenas se le veía el color, pues estaban llenas de viejas fotografías que databan desde los tiempos de la revolución hasta mediados de los años 80.

Los Cuervos era una verdadera cápsula de tiempo que guardaba muchos de los momentos más importantes de la historia de Corintia, esta bella ciudad a la que llegué hace un par de años para estudiar la universidad.

Al final de la cena, mis amigos y yo decidimos recorrer un poco el lugar y mirar un poco más de cerca las fotografías. Había algunas muy interesantes y otras completamente intrascendentes, aunque de igual forma reflejaban a su manera la época a la cual pertenecían. Yo me encontraba viendo el retrato de una familia numerosa posando frente al ayuntamiento durante su segunda remodelación en 1914 cuando Roberto alzó la voz desde el otro lado del restaurante:

—¡Tienes que ver esto! —Gritó agitando los brazos mientras era interrumpido por uno de los meseros quien amablemente le pidió guardar silencio y le quitó de la boca el cigarrillo que acababa de encender mostrándole el letrero de «No fumar» que se encontraba clavado en la pared a unos centímetros de él.

Caminé de prisa entre las mesas y llegué rápidamente hasta donde estaba Roberto, él me miró y con una gran sonrisa apuntó hacia una de las fotografías que se encontraba a su derecha.

—Dime a quién se parece —me dijo entusiasmado.

Giré la mirada y observé la imagen con curiosidad, creyendo que me encontraría con alguien gracioso de los años 60, con su peinado enmarañado, o alguno de los maestros de la universidad con sus peluquines baratos. Pero no fue así, lo que vi fue una simple fotografía de tres hombres, tres hombres de pie frente a lo que parecía ser la misma pared del restaurante. Los tres sonreían ante la cámara, nada especial excepto que el hombre de en medio era idéntico a mí. Y cuando digo idéntico siento que me quedo corto, me refiero a que era exactamente igual a mí, tenía el mismo lunar en la barbilla, la misma sonrisa que yo, incluso se paraba de la misma forma y su ropa, aunque pasada de moda, tenía un estilo muy similar a la mía. Yo me quedé en silencio observando los ojos de aquel hombre en la imagen, estaba atónito. Era impresionante, había visto a personas parecidas a mí, pero esto era ridículo, ese hombre, quien quiera que fuera, ¡era mi doble



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